El Olvidado - Capítulo 1 "Primeros pasos"


Todo empezó en un lugar, en un preciso momento, aquel acto cambio mi vida por completo, ya nada volvería a ser igual. Siempre había sido un joven educado que amaba la vida y a todo ser viviente, vamos lo que se dice un buen tío. Pero todo había cambiado, el ángel que decían que llevaba dentro había muerto,había cortado sus alas, cogido su corona y con esta lo decapite, jamas volvería a molestarme aquel insignificante ser o lo que fuera.
 
Al día siguiente un demonio vino a visitarme. El muy prepotente pretendía ocupar el hueco dejado por aquel insignificante hombrecillo, parecía muy convencido de si mismo. Lo mire a la cara y sin decirle ni una sola palabra lo apuñale en el cuello y acto seguido de una patada en su gordo culo por la ventana salio... y jamas volví a saber de el.
 
Si algo había aprendido en los últimos días era el liberar espacio a mi alrededor de una forma rápida y contundente, y lo mas importante de todo sin dar explicaciones. Es evidente que mi vida estaba cambiando de una forma radical, ante semejante situación lo normal seria tener miedo, estar confundido y esas mierdas que sueltan los psicólogos, pero para que nos vamos a engañar yo nunca he sido un tipo normal, me sentía feliz, liberado.... joder si hasta me corrí del gusto. Estas nuevas sensaciones que recorrían todo mi cuerpo eran una fuente de energía que cargaba mi mente y cuerpo como si tuviera una jodida central nuclear dentro de mi, me sentía como un semi-dios, vamos el puto amo.
 
Ya no era el mismo, lo que significaba que mi vida no podría ser la misma, y como era de esperar paso lo que tenia que pasar. Una mañana llegue a mi puesto de trabajo como cada día mi intención no era otra que realizar mis tareas como cualquier otro día, coger pala y gorra y largarme a la otra punta de la finca a cavar unos hoyos para los arboles que vendrían a ultima hora. Pero ese día el SR González, es decir el putero de mi jefe, venia con ganas de tocarme los huevos, pero claro yo ya no era el panoli de antes que decía que si a todo y agachaba la cabeza. El comenzó con lo típico de un jefe diciendo que yo no era nadie, que gracias a el comía todos los días, ... que le debía lealtad, ... joder eso me realmente fue lo que me toco los cojones, lealtad dice el muy capullo, un tío que va de putas día si día también, que ha mandado a sus dos hijos a un puto internado y maltrata física y verbalmente a su mujer, no tiene derecho a hablarme de lealtad. Y paso lo que tenia que pasar, me plante delante de el, le mire a los ojos sin parpadear, pude ver en sus ojos al mismísimo Satanás, era el momento y yo la persona indicada.


Golpee con la rodilla en su entrepierna, cogiéndolo por el cuello lo arroje al hoyo y le aseste repetidos golpes con la pala hasta dejarlo inconsciente o muerto, la verdad no lo comprobé, abrí el maletero de su furgoneta cogí un bidón de gasolina y se lo rocié entero dejando el cuerpo totalmente sumergido, pensé en echar una cerilla y que se fuera acostumbrando a las llamas, esas que le esperan al lugar donde va a ir , el infierno, pero claro el humo llamaría la atención. Por lo tanto decidí hacer caso de las palabras que tantas veces había oído salir de la boca de mi jefe “coge la maldita pala y a trabajar en silencio pedazo de ...” y eso hice cubrí de arena el cadáver encharcado en gasolina. Como soy un buen trabajador después de enterrar a mi jefe, bueno creo que ya puedo decir ex-jefe, seguí con mis labores como si nada hubiera pasado.
 
Era el último viernes de mes y una vez más se habían ido todos a celebrarlo al club “La Luisa”, un local cercano al trabajo muy bien de precio con un gran ambiente, strippers y alcohol del bueno nada de garrafón, y otra vez me encontraba solo ...se habían vuelto a olvidar de mi. Pero hoy todo era distinto no me importaba y además estaba seguro que el destino me tenía mas sorpresas guardadas en este día.

Entre a las oficinas con la intención de ir lo más rápido posible a los vestuarios y largarme de allí, pero hoy nada salía como lo planeado. En la oficina sentada en una silla se encontraba Penélope, la mujer del Sr. González, su rostro era una incógnita por momentos estaba triste y enfadada y de repente cambiaba su estado en segundos y pasaba a reír y lucir una gran sonrisa, era cuanto menos desconcertante y escalofriante. Normalmente la conversación con esta señora no hubiera durado más de 2 minutos, pero hoy no iba a ser así. Con voz dulce y tono suave me llamó y me indicó con un gesto de cabeza que me acercará, algo nervioso y confundido me acerque. Una vez sentado frente a ella todo empezó a tomar sentido, la culpa de su estado era del Tío Jackie, así es como llamo al mejor whisky del mundo Jack Daniels, debía de llevar casi media botella y con esas cantidades la lengua se suelta y el cuerpo se deshumaniza . Allí estaba yo sentado delante de una mujer borracha, la cual no paraba de maldecir su vida y a su marido, hubo momentos que por mi cabeza pasó contarle lo ocurrido con su marido, sinceramente creo que se hubiera alegrado, pero era más inteligente seguir callado y asentir de vez en cuando con la cabeza por mi propio bien.

Ya no podía más, casi 30 minutos escuchando a esa mujer lloriquear y maldecir tenía que salir de allí de inmediato, me puse en pie y cuando me disponía a decirle que tenía que marchar me cogió de la mano se puso de pie frente a mi y mirándome a los ojos dijo – me siento muy sola y olvidada, nadie me quiere – y se fundió en un abrazo conmigo. Tras ese momento tan inesperado puede irme a los vestuarios a cambiarme y salir de aquel lugar.

Una vez en el coche dispuesto a irme hoy al fondo gritos, pensé lo peor ¿alguien había descubierto el cadáver?, pero por suerte no era ese el motivo de semejante gritos, de nuevo se trataba de Penélope. La pobre seguía borracha y claro su marido no aparecía para llevarla a casa, algo lógico, por lo que me pidió que la llevara y eso hice. Para mi sorpresa permaneció todo el trayecto, unos treinta y cinco minutos aproximádamente en silencio e intentando no perder el conocimiento, su estado cada vez era mas caótico. Una vez en la puerta de su casa como era de esperar cayó de boca al suelo al bajar del coche por lo que tuve que bajar y ayudarla a llegar a su casa. Tras varios intentos conseguimos abrir la puerta y ya en brazos porque era incapaz de mantenerse en pie por si sola la lleve hasta su cuarto y la tumbe en la cama colocándola de lado para que no se atragantara con su propio vómito. Me resultaba muy raro hacia pocas horas había matado a su marido y ahora estaba preocupándome por el estado de su mujer, paradojas de la vida.
 
Tras abandonar esa grande y vacía casa  marché directo a mi humilde piso en la ciudad, ya había tenido suficientes experiencias por hoy, necesitaba una buena cena, un par de litros de fresca y amarga cerveza y una buena sesión de porno con su pajote correspondiente y a dormir.

CONTINUARÁ                   CONTINUARÁ

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