Todo empezó en un lugar, en un preciso
momento, aquel acto cambio mi vida por completo, ya nada volvería a
ser igual. Siempre había sido un joven educado que amaba la vida y a
todo ser viviente, vamos lo que se dice un buen tío. Pero todo había
cambiado, el ángel que decían que llevaba dentro había
muerto,había cortado sus alas, cogido su corona y con esta lo
decapite, jamas volvería a molestarme aquel insignificante ser o lo
que fuera.
Al día siguiente un demonio vino a
visitarme. El muy prepotente pretendía ocupar el hueco dejado por
aquel insignificante hombrecillo, parecía muy convencido de si
mismo. Lo mire a la cara y sin decirle ni una sola palabra lo apuñale
en el cuello y acto seguido de una patada en su gordo culo por la
ventana salio... y jamas volví a saber de el.
Si algo había aprendido en los últimos
días era el liberar espacio a mi alrededor de una forma rápida y
contundente, y lo mas importante de todo sin dar explicaciones. Es
evidente que mi vida estaba cambiando de una forma radical, ante
semejante situación lo normal seria tener miedo, estar confundido y
esas mierdas que sueltan los psicólogos, pero para que nos vamos a
engañar yo nunca he sido un tipo normal, me sentía feliz,
liberado.... joder si hasta me corrí del gusto. Estas nuevas
sensaciones que recorrían todo mi cuerpo eran una fuente de energía
que cargaba mi mente y cuerpo como si tuviera una jodida central
nuclear dentro de mi, me sentía como un semi-dios, vamos el puto
amo.
Ya no era el mismo, lo que significaba
que mi vida no podría ser la misma, y como era de esperar paso lo
que tenia que pasar. Una mañana llegue a mi puesto de trabajo como
cada día mi intención no era otra que realizar mis tareas como
cualquier otro día, coger pala y gorra y largarme a la otra punta de
la finca a cavar unos hoyos para los arboles que vendrían a ultima
hora. Pero ese día el SR González, es decir el putero de mi jefe,
venia con ganas de tocarme los huevos, pero claro yo ya no era el
panoli de antes que decía que si a todo y agachaba la cabeza. El
comenzó con lo típico de un jefe diciendo que yo no era nadie, que
gracias a el comía todos los días, ... que le debía lealtad, ...
joder eso me realmente fue lo que me toco los cojones, lealtad dice
el muy capullo, un tío que va de putas día si día también, que ha
mandado a sus dos hijos a un puto internado y maltrata física y
verbalmente a su mujer, no tiene derecho a hablarme de lealtad. Y
paso lo que tenia que pasar, me plante delante de el, le mire a los
ojos sin parpadear, pude ver en sus ojos al mismísimo Satanás, era
el momento y yo la persona indicada.
Golpee con la rodilla en su
entrepierna, cogiéndolo por el cuello lo arroje al hoyo y le aseste
repetidos golpes con la pala hasta dejarlo inconsciente o muerto, la
verdad no lo comprobé, abrí el maletero de su furgoneta cogí un
bidón de gasolina y se lo rocié entero dejando el cuerpo totalmente
sumergido, pensé en echar una cerilla y que se fuera acostumbrando
a las llamas, esas que le esperan al lugar donde va a ir , el
infierno, pero claro el humo llamaría la atención. Por lo tanto
decidí hacer caso de las palabras que tantas veces había oído
salir de la boca de mi jefe “coge la maldita pala y a trabajar en
silencio pedazo de ...” y eso hice cubrí de arena el cadáver encharcado en gasolina. Como soy un buen trabajador después de
enterrar a mi jefe, bueno creo que ya puedo decir ex-jefe, seguí con mis
labores como si nada hubiera pasado.
Era el último viernes de mes y
una vez más se habían ido todos a celebrarlo al club “La Luisa”,
un local cercano al trabajo muy bien de precio con un gran ambiente,
strippers y alcohol del bueno nada de garrafón, y otra vez me
encontraba solo ...se habían vuelto a olvidar de mi. Pero hoy todo
era distinto no me importaba y además estaba seguro que el destino me tenía mas sorpresas guardadas en este día.
Entre a las oficinas con la intención
de ir lo más rápido posible a los vestuarios y largarme de allí,
pero hoy nada salía como lo planeado. En la oficina sentada en una
silla se encontraba Penélope, la mujer del Sr. González, su rostro
era una incógnita por momentos estaba triste y enfadada y de repente cambiaba su estado
en segundos y pasaba a reír y lucir una gran sonrisa, era cuanto
menos desconcertante y escalofriante. Normalmente la conversación con esta señora no hubiera durado
más de 2 minutos, pero hoy no iba a ser así. Con voz dulce y tono
suave me llamó y me indicó con un gesto de cabeza que me acercará,
algo nervioso y confundido me acerque. Una vez sentado frente a ella
todo empezó a tomar sentido, la culpa de su estado era del Tío
Jackie, así es como llamo al mejor whisky del mundo Jack Daniels,
debía de llevar casi media botella y con esas cantidades la lengua
se suelta y el cuerpo se deshumaniza . Allí estaba yo sentado delante de una mujer
borracha, la cual no paraba de maldecir su vida y a su marido, hubo
momentos que por mi cabeza pasó contarle lo ocurrido con su marido,
sinceramente creo que se hubiera alegrado, pero era más inteligente
seguir callado y asentir de vez en cuando con la cabeza por mi propio bien.
Ya no podía más, casi 30 minutos
escuchando a esa mujer lloriquear y maldecir tenía que salir de
allí de inmediato, me puse en pie y cuando me disponía a decirle
que tenía que marchar me cogió de la mano se puso de pie frente a
mi y mirándome a los ojos dijo – me siento muy sola y olvidada, nadie me quiere –
y se fundió en un abrazo conmigo. Tras ese momento tan inesperado
puede irme a los vestuarios a cambiarme y salir de aquel lugar.
Una vez en el coche dispuesto a irme
hoy al fondo gritos, pensé lo peor ¿alguien había descubierto el
cadáver?, pero por suerte no era ese el motivo de semejante gritos,
de nuevo se trataba de Penélope. La pobre seguía borracha y claro
su marido no aparecía para llevarla a casa, algo lógico, por lo que
me pidió que la llevara y eso hice. Para mi sorpresa permaneció todo el trayecto, unos treinta y cinco minutos aproximádamente en silencio e intentando no perder el conocimiento, su estado cada vez era mas caótico. Una vez en la puerta de su casa como era de esperar cayó de boca al suelo al bajar del coche por lo que tuve que bajar y ayudarla a llegar a su casa. Tras varios intentos conseguimos abrir la puerta y ya en brazos porque era incapaz de mantenerse en pie por si sola la lleve hasta su cuarto y la tumbe en la cama colocándola de lado para que no se atragantara con su propio vómito. Me resultaba muy raro hacia pocas horas había matado a su marido y ahora estaba preocupándome por el estado de su mujer, paradojas de la vida.
Tras abandonar esa grande y vacía casa marché directo a mi humilde piso en la ciudad, ya había tenido suficientes experiencias por hoy, necesitaba una buena cena, un par de litros de fresca y amarga cerveza y una buena sesión de porno con su pajote correspondiente y a dormir.
CONTINUARÁ CONTINUARÁ
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