En una guerra hay dos bandos, casualmente en los dos rezan para que Dios los libere del ataque enemigo.
Es así de sencillo y a la vez de complejo. La fe es libre y todos pueden tenerla o no. Pero amigo no pienses que por tener fe, por creer en Dios tus actos son buenos o acertados. Hay muchas personas que caen en este error. Piensa que por el hecho de arrodillarse y rezar todo lo que hagan o puedan llegar a hacer es bueno, es decir que a crecer que sus actos cuenta con la aprobación de Dios. Gran error.
Cual quiera que tenga consciencia real sobre los libros sagrados, de cualquier creencia, sabrá que Dios nos juzga por nuestros actos. No por lo que decimos que vamos a hacer, si no por los que hacemos. Mira nuestro actos y sabe que no tenemos escusas para hacer lo que hacemos, siempre es nuestra decisión. Las circunstancias las creamos nosotros.
En una guerra en ambos bandos rezan para que Dios acabe con el enemigo. Pero, ¿Quién es el enemigo? Si ambos bandos están en la misma guerra ¿A quién ayudará Dios? Sabes en la guerra se dice que no hay vencedores si no vencidos, porque ambos bandos están en un error. Cuando decidieron apretar el gatillo para solucionar sus problemas dejaron bien claro que estaban faltando a ese Dios al que días después tanto rezan.
No hay enemigos, somos nosotros con nuestros actos quienes creamos una respuesta en nuestros semejantes. Por eso se nos pide que seamos cautos, humildes y pensemos en el prójimo antes de tomar una decisión. Da igual color, ideología o el lugar de nacimiento todos somos seres humanos. Por favor no reces para que Dios acabe con tu enemigo, mejor pídele a Dios que perdone tus pecados y los de tus semejantes. Súplica por ser guiado en la luz y te aleje de la oscuridad.
Cuando hables con Dios, da gracias y pide perdón. Pero por favor no pidas sufrimiento para tus semejantes. Ese no es el camino.
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