Relato de fiesta en pandemia

Habían pasado once meses desde el inicio de las restricciones por causa de la pandemia, mi cabeza y mi cuerpo no podían soportar está situación ningún día más. Necesitaba salir, sentir, vivir. No podía seguir con este aislamiento ni un día más, busqué por internet y al final tras unas horas encontré la luz al final del túnel.

Se trataba de una vieja casa de campo de dos plantas que había sido transformada en una casa discoteca o algo parecido. Pude conseguir una invitación a través de una mujer que conocí en un chat. Mi cuerpo notaba que empezaba a resucitar. Por fin gente, música, alcohol y sexo me va a dar igual guapa o fea. Cuando uno está al límite todo vale.

Llegó el día, y tras cruzar varios controles de la policía con éxito llegue a la casa. Apenas había cuatro coches aparcados dentro del recinto de la casa. Hice lo que me habían dicho, aparcar y sin salir del coche llamar al número que me habían dado. Al minuto apareció una mujer con un mini vestido que dejaba muy poco a la imaginación. Me tapó la cabeza con una bolsa, no podía ver absolutamente nada. Estaba súper excitado, tenía la sensación que más que una fiesta sería una orgia. 

Entramos en la casa, se oía música de fondo pero esa bella mujer me llevo en otra dirección. Me quitó la bolsa de la cabeza, estábamos en una habitación y había dos mujeres más. Aproximadamente de unos veinticinco a treinta años, totalmente desnudas con unos cuerpos de escándalo. Me dieron una cerveza, que prácticamente me bebí de un trago debido a la tremenda excitación, pronto se acercaron y se pusieron a desnudarme. Estaba desnudo y tremendamente cachondo, después de casi un año sin salir prácticamente de casa me lo iba a montar con tres monumentos de mujeres.

Empezamos a tocarnos y besarnos, empezaba anotarme algo mareado cuando se abrió la puerta y entró un hombre con un bata. Parecía muy grande y por lo menos cincuenta años, se acercó a mí, me miró y les dijo a las mujeres que me prepararán. Estaba algo mareado, no entendía lo que pasaba. Me llevaron a la cama, me tumbaron boca abajo. Intenté darme la vuelta pero no me dejaban, y no tenía fuerzas para librarme de ellas. Cuando vi de reojo al hombre, se quitó la bata y subió a la cama.

Sexo si tuve pero no como yo esperaba, aquél hombre me penetró analmente una y otra vez. Me convertí en la puta. Debieron drogarme con la cerveza. Cuando terminó, me limpiaron y una de ellas se encargó de llevarme a mi casa. Ese fue mi primer día después de escapada en cuarentena. 

Comentarios