Historia de terror. La casa en la Colina

 Advertencia: Esta historia contiene escenas perturbadoras y puede no ser adecuada para todos los públicos. Se recomienda discreción.

La casa en la colina siempre había sido un lugar de leyendas y mitos en el pequeño pueblo. Se decía que estaba embrujada, que las paredes hablaban y que se podían escuchar gritos en la noche. Pero para un grupo de jóvenes que buscaban emociones fuertes, esas historias solo hacían que su curiosidad creciera. Así que decidieron explorar la casa, sin saber que lo que encontrarían allí cambiaría sus vidas para siempre.

La casa estaba ubicada en lo alto de una colina, rodeada de un bosque frondoso y oscuro. Era una construcción de madera antigua, con puertas y ventanas que parecían estar en mal estado. Los jóvenes habían decidido que esa sería su aventura de la noche, así que se dirigieron hacia allí con linterna en mano y una grabadora para registrar cualquier sonido extraño.

Al entrar en la casa, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. El aire estaba húmedo y olía a moho, las paredes estaban llenas de grietas y telarañas. Pero a pesar de la apariencia descuidada, la casa tenía un aire misterioso y atractivo que los mantuvo intrigados.

Exploraron la primera planta, pero no encontraron nada fuera de lo común. Era solo una casa abandonada, sin muebles y con paredes vacías. Sin embargo, al subir las escaleras hacia el segundo piso, comenzaron a escuchar ruidos extraños. Era como si algo se arrastrara por el suelo, pero no podían ver nada.

En el segundo piso, encontraron una habitación con la puerta cerrada con llave. Era la única puerta cerrada en toda la casa, y esto solo hizo que su curiosidad creciera. Uno de ellos encontró una llave vieja en una mesa cercana, y decidieron abrirla para ver lo que había dentro.

Al abrir la puerta, se encontraron con una habitación extraña y siniestra. Había velas encendidas en las esquinas, y en el centro de la habitación había un altar con una extraña figura tallada en madera. A medida que se acercaban al altar, comenzaron a sentir una sensación de frío y miedo. Fue entonces cuando notaron que la figura tallada parecía estar cambiando su expresión.

De repente, las velas se apagaron y todo quedó en silencio. Entonces, comenzaron a escuchar un susurro suave y siniestro que venía de todas partes. Las paredes comenzaron a temblar, y las puertas y ventanas se cerraron de golpe. Fue en ese momento que supieron que habían cometido un gran error al entrar en esa casa.

Intentaron correr hacia la salida, pero algo los detuvo. Era como si algo los estuviera sosteniendo en su lugar, impidiéndoles salir. Comenzaron a gritar y suplicar por ayuda, pero nadie respondió. Estaban solos en la casa embrujada, a merced de lo que fuera que estuviera allí.

De repente, vieron una figura oscura en la habitación con ellos. Era una figura alta y delgada, con ojos brillantes y una sonrisa siniestra. Se acercó lentamente, y los jóvenes pudieron ver que no era humana. Tenía garras en lugar de dedos, piel escamosa y una boca llena de dientes afilados.

Los jóvenes intentaron correr, pero la figura se interpuso en su camino. Comenzó a hablar en una lengua desconocida, y los jóvenes pudieron sentir que su mente se nublaba y su cuerpo se debilitaba. Intentaron luchar, pero era como si estuvieran atrapados en un sueño.

Fue entonces cuando comenzaron a ver imágenes horribles. Vieron a personas siendo torturadas, a niños llorando, a cuerpos sin vida. Era como si la figura les estuviera mostrando lo peor de la humanidad. Los jóvenes gritaban y lloraban, pero la figura parecía disfrutar de su sufrimiento.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la figura se alejó. Los jóvenes cayeron al suelo, agotados y traumatizados por lo que habían visto. Salieron corriendo de la casa, sin mirar atrás.

Nunca hablaron de lo que habían visto en la casa embrujada. Sabían que nadie les creería, y que probablemente pensarían que estaban locos. Pero nunca olvidarían la sensación de miedo y desesperación que sintieron en ese lugar. Nunca volverían a aventurarse en la casa en la colina, y se asegurarían de advertir a todos los demás que lo hicieran lo mismo.


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