Toc, toc,toc … ya estaba sonando otra vez ese maldito ruido dentro del armario, sonaba como si alguien o algo estuviera intentando salir es un sonido tétrico que me pone los pelos de punto y por desgracia no era la primera noche que pasaba, toda una semana igual cada noche, me dormía por agotamiento y aterrorizado.
Estaba dispuesto a afrontar por una vez por todas mi miedo e ir hasta la puerta del armario y abrir esa jodida puerta y averiguar que o quien hacia ese ruido.
Las cuatro y cuarenta y cuatro de la madrugada de un jueves y ahí estaba yo plantado delante de un armario con tanto miedo que mis piernas parecían alambres. El ruido empezó a crecer en número de repeticiones y sonido, mi corazón estaba apunto de estallar, retrocedí dos pasos hasta golpearme con la cama, estaba horrorizado.
Pero no podía seguir viviendo así cada noche esto tenia que acabar esta misma noche. Me repetía a mi mismo "tío tienes casi treinta años te va a acojonar un puto armario?" Cogí mi bate de béisbol que colgaba en mi blanca pared, apreté los dientes y poniendo cara de Chuck Norris me plante delante del armario.
Acojonado pero convencido, alce mi mano cogí el pomo de la puerta y sin pensar ni un segundo tiré de el… mi corazón se detuvo de repente, para mi sorpresa no había nada ni humano ni no humano, y los golpes ya no se oían. Todo debía a ver sido mi subconsciente que me había jugado una mala pasada, por lo que cerré la puerta y me giré para dormir en paz, pero… mi cama no estaba, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y quede paralizado.
La puerta cerrada, ventana cerrada y con la persiana bajada, donde coño había ido mi cama, y como cojones había salido y peor aun quién o que la había sacado. Paralizado, miedo, pánico …
De repente el ruido hizo acto de presencia pero esta vez era distinto, no salia del armario, era un sonido envolvente, como una respiración pausada y agitada a la vez algo muy raro. Cada vez sonaba más y más cerca no podía soportarlo más, me faltaba aire, una fuerte presión sobre mi pecho y mi cabeza me mantenía inmóvil.
Zassss!!!! hoy un fuerte estruendo a mis espaldas, en ese mismo instante mi cuerpo quedo sin fuerzas y caí al suelo, mi cara estaba contra el suelo, seguía inmóvil pero ya no tenía miedo mi corazón latía con lentitud y una extraña sensación de calidez se apoderaba de mi, todo parecía volverse tranquilo y en armonía.
Al día siguiente lo encontraron en el suelo de la habitación tumbado boca abajo entre la cama y el armario. Su cuerpo estaba totalmente rígido y no mostraba golpe alguno, ningún tipo de herida nada absolutamente nada de nada.
Comentarios