En mi día a día veo y trato con muchas personas, cada una distinta e igual a la vez. Y me ha venido a la mente una vieja historia que escuché en algún lugar en un momento de mi larga o corta vida.
En un lugar remoto hace mucho tiempo, un joven príncipe enloqueció, su padre el Rey estaba desesperado, había llamado a todos los médicos, magos, curanderos,...y todos los esfuerzos habían sido en vano, nadie pudo curar al único heredero al trono.
El día que perdió la cordura se despojó de toda su ropa, puesto que se creía que era un gallo. Con el paso del tiempo el Rey tuvo que aceptar que su joven hijo había enloquecido y ya no se podía hacer nada por salvarlo, puesto que todos los intentos de sanarlo fracasaron. Pero un día apareció un sabio , un místico llamo a las puertas de palacio y pidió a su majestad que le otorgara una oportunidad para poder salvar el alma de su hijo. El Rey se negó, puesto que a su parecer este hombre estaba incluso más loco que su hijo, pero las palabras del andrajoso sabio -solo yo puedo curarle, para curar a uno que está muy loco se necesita a otro que esté más loco aun. Todos sus milagreros han fracasado porque no conocen el lado de la locura, ellos nunca han viajado por este sendero-. Las palabras del sabio hicieron cambiar de opinión al Rey y le concedió la oportunidad.
En el momento que su majestad dio el visto bueno el sabio se despejo de su ropa y salto y se colocó bajo la mesa y se puso a cacarear como si fuera un gallo. El príncipe sorprendido se acercó y le dijo -¿que te crees que estás haciendo?- y el sabio replicó – soy un gallo más viejo y experimentado que tu,y tú no eres nada a lo sumo un aprendiz- el príncipe acepto que el sabio también era un gallo, pero no conforme le dijo - ¿pero te pareces aun ser humano?- el sabio replicó – no te fíes de las apariencias, mira mi alma, mir mi espíritu, y veras que soy un gallo como tú.
Se hicieron amigos y convinieron que siempre vivirían juntos y decidieron que el mundo estaba contra ellos. Unos días mas tarde el sabio se puso su camisa y el príncipe asombrado le preguntó que si se había vuelto loco, porque un gallo se vestía como un ser humano , a lo que el sabio dijo – estoy intentando engañar a esos tontos seres humanos, recuerda que aun que me vista nada cambia, mi condición de gallo permanece nada puede cambiarla, solo por vestirme como un ser humano no va a cambiar nada en mí. El príncipe tuvo que aceptarlo, unos días después el viejo persuadió al príncipe para que se vistiera con el pretesto de que el invierno se acercaba y las temperaturas bajarían.
Un día pidió comida a la gente de Palacio, algo que enfadó al príncipe – que estas haciendo vas a comer como esos seres humanos, recuerda que no somos como ellos, somo gallos y tenemos que comer como gallos- y el viejo sabiamente contesto – nada cambiara en cuanto a este gallo, puedes comer cualquier cosa, puedes disfrutar de cualquier placer, puedes vivir como un hombre y permanecer fiel a tu condición de gallo.
Paso a paso el sabio persuadió al príncipe para que regresara al mundo de los hombres, llegó a ser absolutamente normal.
Vivimos en una época en la que es muy difícil saber que esta bien y que esta mal, si aquello que nos muestran es realidad o ficción, realmente no estamos seguros de nada nuestra opinión cambia constantemente y me pregunto ¿Porqué? Es sencillo, estamos sobre saturados de información, pero no de información veraz, en la era de la comunicación todo el mundo sabe de todo, surgen profetas de cualquier rincón, nos dicen lo que somos, lo que tenemos que ser, y lo que seremos, todo absolutamente todo y lo más preocupante de todo es que realmente dejamos que esas “cosas” influyan realmente en nuestras vidas, en nuestro ser y nos convertimos en algo que no somos.
Debemos luchar con conocimiento, saber quienes somos, que queremos ser y elegir el camino por el que circular durante nuestra vida sin perder nuestra esencia, nuestra alma, adaptación si sumisión nunca.
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