Un ángel para un demonio

El olvidado Capítulo 2


Ring ring!!!! Ufff joder no paraba de sonar el jodido timbre de la puerta por lo que tuve que salir de la cama para poner fin a ese sonido infernal. Abrí la puerta y me encuentro al hijo puta de mi vecino que a la vez también es el jefe de escalera, - es la última vez que subo, la próxima vez llamo directamente a la policía- dijo Jonás. No tenia ni la más mínima idea de lo que me estaba hablando por lo que cerré la puerta en sus narices mientras balbuceaba y me volví a mi espectacularmente cómoda cama. La tranquilidad duro a penas diez minutos, cuando de nuevo un irritable ruido sonaba sin cesar ahora era el turno de tocarme los huevos para el móvil. Quién si no podía querer algo de mi un sábado por la mañana, Kokoro la única capaz de madrugar un sábado. Tras unos minutos de conversación me colgó el teléfono sin previo aviso eso solo podía significar una cosa… estaba en la puerta de casa y en breve sonaría el timbre.

Kokoro realmente se llama Marta es un vieja amiga de la infancia, es bajita, tiene una larga melena negra como el carbón, unos ojos que harían helarse al mismísimo infierno y un cuerpo digamos que apetecible, pero sobre todo su increíble inteligencia y locura son las cualidades que la hacen diferente de las de más mujeres, es altamente impredecible de esas personas que no sabes decir si es alguien especial, diferente o simple y llanamente esta loca.

La situación era algo tensa, aun lado del salón sentada en un sillón Kokoro, me miraba sin apenas parpadear sin decir palabra, y enfrente de ella estaba yo medio tumbado semidesnudo y con la ropa ... digamos no muy limpia. Pasado unos largos minutos, de esos que parecen horas, la gran kokoro por fin se decide a hablar, - ¿porqué tus labios guardan silencio mientras tus ojos desesperan por narrar lo que tu corazón quiere?- dijo kokoro, estaba claro hoy no iba a ser una visita normal, quedé perplejo por semejante pregunta, a la cual solo pude responder con un - eee...- algo que pareció no contentarla y alzándose de su sillón se sentó junto a mi en el sofá. Cogió mis manos con las suyas acercó su cara junto a la mía, estábamos tan cerca que si sacaba la lengua podría chuparle la nariz, me miraba yo la miraba pero el silencio era insoportable, empecé a notar una gran presión sobre mi pecho, el cual nadie estaba tocando, no era nada sexual era más bien una sensación de angustia. Hasta que ya no pude más y con un fuerte tirón solté las manos y me aparté de ella, a lo que kokoro  acompañó de un gran chillido, fue algo terrorífico, desgarrador... parecía proceder del mismísimo infierno. Tras uno segundos de silencio tras el grito kokoro se fue al baño, permaneció ahí dentro como unos cinco minutos, a saber lo que estaría haciendo, salió se acercó a mi me dio dos besos, uno en cada mejilla, acompañado de un fuerte abrazo y se marchó tarareando una cancioncilla, me quedé perplejo y cada día me dejaba más claro que estaba como una puta cabra.
 
Me sentía increíblemente jodido, la cabeza de un momento a otro me iba a estallar por lo que decir salir de esa cárcel a la que llamo hogar, eso si antes tendría que darme una ducha y buscar algo de ropa limpia para ponerme, una terea algo complicada. Una vez aseado y digamos decentemente vestido era el omento de salir y ver que tenía el mundo preparado para mi, pero la vida muy rarita y sobre todo con despojos sociales como yo. Abrí la puerta y para mi sorpresa mi buena y loca amiga estaba allí sentada, con las piernas cruzadas  clavándome su mirada en mi cara.
-Siento calor en mi corazón - dijo con voz susurrante Kokoro
- Sabes quién soy, no tengo nada, soy físicamente del montón, soy mala persona... hazme caso y olvídate de mi, una mujer como tú merece algo mejor- dije con firme y seguidamante cerré la puerta y me fui dejándola allí sentada con esa carita de psicópata mimosa.
 
Después de matar un par de vodkas de dos tragos y unas cuantas cervezas aún seguía en mi cabeza la cara de mi jefe mientras lo enterraba, esa imagen no salía de mi cabeza, serían remordimientos o tal vez estaba orgulloso de lo que había hecho. La verdad es que pena lo que se dice pea no sentía ni la más mínima, un hijo puta menos en el mundo, es más hasta deberían d darme un premio por liberar al mundo de un mal nacido. Se había echo de noche y estaba muy borracho como para conducir, por lo que me tenía por delante una larga caminata o pillar un taxi.

Salí a la puerta del bar y con la ayuda de la noche tomar la decisión de andar o pillar un taxi, pero el destino me tenia reservada una sorpresa. Fue poner un pie en la calle y dos hombres con la car medio tapada se abalanzaron sobre mi, los golpes sobre mi cuerpo eran un ir y venir sin cesar, una vez en el suelo vaciaron mis bolsillos robándome la cartera y el móvil, no contentos con el botín me subieron a un furgón. Mientras una tercera persona conducía ellos me quitaron todo dejándome en ropa interior, y una vez ya terminado me arrojaron del coche, rodé y rodé hasta golpear contra un coche. Lo último que recuerdo es oscuridad y destellos de luz.

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